Ermita de San Bartolomé Hinojosa del Duque

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ERMITA DE SAN BARTOLOMÉ

En el Camino Viejo de Córdoba, que se inicia junto al Pilar de Los Llanos, y a 4,5 km de la localidad, se erige la ermita de San Bartolomé, en el paraje de “Los Almadenes”, rodeada de ruinas, escorias de fundición y excavaciones mineras que se remontan a la época romana.

La ermita, del siglo XIV, fue restaurada en los primeros años de este siglo, por la Escuela Taller “Las Ermitas”. Está situada en la explanada de una pequeña alameda.

Todo el conjunto posee una disposición arquitectónica singular respecto al resto de ermitas hinojoseñas. El acceso al recinto se realiza a través de un arco carpanel que se abre en el espacio murado que rodea el patio. La entrada a la ermita aparece precedida de un pórtico con arcos rebajados que descansan en pilares, elevándose sobre la fachada una pequeña espadaña de un solo vano. La puerta de entrada presenta arco apuntado enmarcado por alfiz de reminiscencia mudéjar. Su interior consta de una sola nave, de planta rectangular, con cuatro arcos apuntados, presentando en el presbiterio planta cuadrada cubierta con bóveda de cuatro nervios de granito, y separada del cuerpo principal mediante un arco toral apuntado de estilo gótico. Según consta en el libro de cuentas de la cofradía de San Bartolomé del Archivo Parroquial de la iglesia de San Juan Bautista, en 1914, el presbiterio de la ermita poseía una mesa de altar de mampostería y un retablo barroco, de madera pintada y estilo «churrigueresco». El templo presenta cubierta a dos aguas en la nave principal, mientras que el presbiterio aparece destacado exteriormente sobre el conjunto de la nave, presentando mayor altura y cubierta de tejas a tres aguas. La ermita cumplió también las funciones de lazareto, para aislar a los enfermos durante las crisis epidémicas.

La iconografía que presenta la imagen del titular, muestra algunos de los principales atributos que acompañan al Santo. Sujeta en su mano izquierda la palma, símbolo del martirio, y el cuchillo que según el martirologio alude al modo en que murió. En la derecha sostiene un libro abierto, símbolo de la evangelización, y la cadena que mantiene al diablo a sus pies, como muestra de su poder de invocación contra el Mal.

En tiempos no muy lejanos, era una costumbre popular llevar una teja en la cabeza hasta la ermita del santo, tras recibir los favores concedidos por su intercesión.

Una coplilla hinojoseña relacionada con el Santo rezaba así:

En el cielo no hay santo ni santa

                        que tengan la insignia de Bartolomé,

                        porque lleva el cuchillo en la mano,

            el pellejo al hombro y el diablo a los pies.

San Bartolomé es patrono de los curtidores, carniceros, viñadores, fabricantes de libros, guantes, pieles, zapateros, sastres y albañiles. También se le invoca como sanador frente a las convulsiones, crisis espasmódicas y desórdenes nerviosos.

Los actos en honor a San Bartolomé se celebran a finales del mes de mayo. El sábado tiene lugar la verbena popular, y el domingo se celebra en la ermita una solemne función religiosa. A continuación, San Bartolomé es portado a hombros, en procesión, por los alrededores de la ermita. Los actos concluyen con la romería que se celebra en la propia alameda del recinto, para partir al anochecer camino de la Parroquia de San Sebastián, en la que permanecerá hasta el 24 de agosto, fecha en la que es llevado de regreso a su ermita.

En el año 2008, este paraje se convirtió en escenario del rodaje de algunas escenas de la película «El Libro de las Aguas», basada en la novela homónima de Alejandro López Andrada, dirigida por Antonio Giménez-Rico, con la participación en la dirección artística de la película del oscarizado Gil Parrondo, reconocido con el Oscar al Mejor Diseño de Producción en el año 1972.

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