Ermita de la Virgen del Castillo
La ermita de la Virgen del Castillo se ubica en la Plaza de la Catedral, y su nombre evoca la existencia de un castillo en el lugar. Fue la iglesia de un antiguo beaterio, el de la Madre de Dios de Arriba, fundado por María Gómez, con autorización mediante breve pontificio otorgado por Alejandro VI, en 1501, tomando el hábito de la Orden Tercera de san Francisco.
Exteriormente, destacan la belleza de su ábside tripartito y su portada, en la que se muestran los escudos de los señores del condado: Sotomayor, Zúñiga y Fernández de Córdoba.
Su construcción va a pasar por diferentes fases fácilmente reconocibles que le van a imprimir el sello de los estilos propios de cada época, destacando los elementos renacentistas y barrocos. La portada es de la segunda mitad del siglo XV. En los flancos del arco de acceso a la ermita campean las armas de los Sotomayor y Zúñiga, en su versión de condes de Belalcázar, y las de los Fernández de Córdoba, este último con los añadidos que vinculan a los Fernández de Córdoba con la guerra de Granada. En 1483, el III conde de Belalcázar participó en la contienda junto a Gonzalo Fernández de Córdoba capturando a Boabdil, rey de Granada, una hazaña por la que los reyes les permitieron añadir a su emblema las 22 banderas nazaríes arrebatadas a los musulmanes y la figura del rey nazarí en la punta inferior del emblema.
El edificio consta de nave única cubierta con bóveda de cañón y lunetos que descansan sobre pilastras toscanas. El presbiterio corresponde a una segunda fase constructiva, donde podemos ver los escudos de Zúñiga y Sotomayor en las ménsulas que sostienen los nervios de la bóveda estrellada, decorada con pinturas que representan los símbolos principales de la letanía de la Virgen. El tercer momento constructivo que tiene lugar en el siglo XVIII. Durante el barroco, aunque apuntando maneras de estilo Rococó, se embelleció la ermita con un bellísimo camarín que en el exterior exhibe un bello ábside tripartito, que en su momento no tenía ninguna construcción adosada, existiendo en la cabecera de la ermita una calle que conectaba la Pza. de la Catedral con la de Santa Ana. El camarín está decorado con yeserías policromadas y una magnífica azulejería que se extiende por el zócalo y la solería. El espacio central, que preside la imagen de la Virgen del Castillo se cubre con cúpula sobre pechinas con linterna. Esta obra concluyó en el año 1742.