Nada más echar un vistazo a la cocina hinojoseña nos damos cuenta de tres cosas: la extraordinaria abundancia de sus elementos, la desbordante imaginación en su tratamiento y la directa relación entre tipismos gastronómicos y fiestas religiosas.
La riqueza, calidad y diversidad de la gastronomía de Hinojosa del Duque queda de manifiesto sólo con la degustación de algunos de sus platos más característicos como la Olla de Carnaval, la Sopa dorada o el Lechón.
Todos ellos resultado de un largo proceso histórico y de los condicionantes y posibilidades que desde el comienzo de la historia ha impuesto el medio natural.
Sus extensas dehesas sustentan una cabaña ganadera de la que se obtienen jamones, embutidos y otros productos del cerdo ibérico como Lomo de orza, chorizo y morcilla que constituyen auténticos manjares de una exquisitez capaces de colmar al más exigente de los paladares.
Junto a ellos hay que mencionar otros platos como la Caldereta de cordero, comida de antiguos pastores que hoy se ha convertido en una receta indispensable para adentrarse en la historia y las tradiciones culinarias de Hinojosa del Duque.
La importancia de las fiestas desarrolladas a lo largo de cada año también ha tenido su reflejo en una serie de postres y variedades de repostería como el Hornazo de fideos, las Perrunas, los Rosquillos o las hojuelas.
Pero también la variedad de sus paisajes ha posibilitado la pervivencia de platos como el Rin-Ran, el Potaje, el Ajo Blanco, la liebre con arroz o el pisto, con los que se culmina un recetario fruto de la sabia simbiosis que han mantenido a lo largo de los siglos los habitantes de Hinojosa del Duque con la naturaleza de su entorno.